Muchos le echan la culpa a las grandes ciudades, a la tala de árboles, a la industria, incluso mi novia maneja con las luces apagadas para no contribuir a este inminente cambio en la evolución del planeta.
Hace poco le platiqué a alguién, no me acuerdo a quién y por cierto se rió mucho y no me creyó, que el 53% de los gases que causan el efecto invernadero provienen del ganado, en forma de pedos.
Las pobres vacas, además de estar locas contaminan más que los coches.
Si se toman las emisiones directas de una vaca lechera y se comparan con las de un coche, el resultado es sorprendente: esa vaca emite en un día lo mismo que ese coche en unos 50-60 kilómetros. En España, Australia, EUA, Nueva Zelandia, etc hay millones de cabezas de ganado, entre vacas y borregos.
Existe una solución, la cual veo poco probale o muy difícil de implementar: Científicos australianos intentan trasplantar una bacteria propia de los canguros al estómago de ovejas y bovinos con el fin de que sus flatulencias dejen de contener metano, uno de los gases que más acentúan el calentamiento climático junto con el CO2. (los pedos de los canguros no contaminan). Gracias a dicha bacteria, los gases de los canguros no contienen metano, así que ellos no contribuyen al incremento en el volumen total de emisiones de gases de efecto invernadero.
Como verán, esto se pone cada vez más complicado de solucionar y así como un día a la semana no se usa el coche (bueno en algunos casos), tampoco coman frijolitos, habas, coliflor u otros alimentos pedorrinos (como decía mi abuelo Ernesto) para que no afectemos a nuestra madre tierra.